sábado, 29 de septiembre de 2012

LIZA MINNELLI


Por Pablo Gorlero



Suena el teléfono de la redacción de La Nación. Atiendo. Del otro lado, saluda una voz en inglés.
-Hola... ¿Pablo?
-Sí... ¿Quién habla?
-Soy yo, Liza Minnelli.
-Ay, Anita... Dejate de jorobar.
-No, Pablo. No soy Anita. Soy yo, Liza Minnelli. ¿Te tomé de sorpresa?
-¿Liza? ¿En serio?
-Sí... La verdadera Liza Minnelli.
Como es de suponer, ese diálogo quedó en el anecdotario de la Redacción. Había pactado la nota unas cuantas semanas antes y olvidé agendarla. Por lo tanto, no esperaba el llamado ni estaba listo para la nota.
-No estabas listo, ¿verdad?
-La verdad que no. Te pido disculpas. Esperame que corro a buscar el grabador.
-Tranquilo. Qué placer volver a Buenos Aires.
Cabe aclarar que por lo general, antes de cada entrevista telefónica internacional siempre se comunica alguien de la producción o algún allegado al artista para anunciar que enseguida comenzará la entrevista. Pero en esta ocasión "the real Liza" (tal como lo dijo ella misma) decidió llamar por su cuenta y sorprender a su interlocutor. Tan real, tan sencilla y clara como para interrumpir la charla en un momento porque tocaron al timbre de su casa (y por lo que se pudo deducir, era alguien que traía su almuerzo).
Es que Liza siempre fascina. Haga lo que haga logra que uno sea consciente de que está ante una de las mayores estrellas de la historia del mundo del espectáculo. Fue a pocos días de arribar a Buenos Aires, donde presentó un gran concierto en el Luna Park.
A los 66 años, Liza Minnelli conserva un buen humor que no se registra sólo en apariencias sino en realidad. Tuvo sus momentos de grandes depresiones y sus padecimientos personales han llenado tantas páginas de diarios y revistas que no vale la pena escarbar en ellos. Para qué si es una intérprete inmensa. Es tal vez una de las últimas grandes leyendas del escenario y la pantalla. Y claro está, prócer del género musical. Ganó cuatro premios Tony, un Oscar, un Grammy, dos Golden Globes y un Emmy, y es hija de dos grandes glorias del espectáculo internacional: Judy Garland y Vincente Minnelli.
El nuevo siglo la recibió con contratiempos y alegrías. Su salud le hizo algunas jugadas antipáticas, pero a su vez, en estos últimos años volvió al cine y a la televisión, y realizó dos conciertos míticos: Liza is Back y Liza's at the Palace. Precisamente, se acaban de editar en la Argentina dos CD: la grabación en vivo de este último concierto y un novedoso trabajo: Confesiones.
Este último es muy diferente a cualquiera de sus anteriores trabajos. Es más personal, más íntimo. "¿Querés que te cuente cómo aparece ese álbum en mi vida? Me quebré el tobillo y me tuve que quedar muchos días en cama. Me estaba aburriendo tanto que llamé a Billy Stritch, mi director musical y amigo, y le dije: «Hagamos algo, me estoy volviendo loca». Entonces, vino a casa y estuvimos pensando en canciones que realmente nos encantan. Luego, otro amigo vino con él un día y resolvió que teníamos que hacer de eso un disco. Así fue como lo grabé en mi cuarto, desde mi cama", confiesa la estrella. Más íntimo de lo que uno podría imaginarse. Es de esos discos como para escuchar solo, en casa o en el auto. Con un café, unos mates o con un paisaje que abrace. "Íntimo es la palabra exacta para definir a Confesiones. Es de esa música ideal para poner durante la cena. Música que te distrae, buena música. ¿Sabés cómo ocurre eso? Cuando hacés el trabajo en base a lo que te gusta. Con Billy elegimos aquellas canciones que nos encantaban. Y a los fanáticos de mi repertorio clásico les encantó. Eso me dejó aún mucho más conforme".
El concierto que ofrecerá hoy en el Luna Park tendrá varias canciones de ese CD, pero ella está atenta a los requerimientos de sus fanáticos. "Quiero mostrarle al público a esta nueva Liza de Confesiones, pero también voy a incorporar muchas sorpresas y todos aquellos temas por los cuales soy famosa en todo el mundo. Nunca me cansaría de cantar «Cabaret» o «New York, New York». Soy consciente de que estoy obligada a interpretarlas. No puedo negarlo. Pero ya son parte de mi show, son su esencia. No me preocupa porque siempre canté todo tipo de temas. Pensá que cantar fue siempre mi hobby, desde que era chica. Algunas personas coleccionan estampillas, yo me entretenía aprendiendo letras de canciones. Y no apuntaba a lo más fácil. Lo primero que aprendí fue todo el repertorio de George Gershwin", confiesa.
Sin duda, aunque a lo largo de su carrera su voz haya tenido momentos sublimes y otros no tanto, el hecho de ser una gran actriz y su particular energía la hacen única. "Los conciertos hacen que no extrañe nunca a la actriz. Porque muchos creen que están viendo a una cantante sobre el escenario, pero no es sólo eso. Están ante una actriz. Yo tomo a cada canción como un papel distinto. Eso vuelve a este trabajo atrapante, emocionante. ¿Sabés quién me enseñó eso? Charles Aznavour. Era muy joven cuando lo fui a ver y pensé que eso era lo que quería hacer. Viajé a París y cuando lo conocí le pedí que sea mi mentor. Y aceptó. Desde ahí en adelante, él me enseñó esto. Fue muy genial", define.
"De todos modos, me llaman para trabajar en muchas cosas, tanto en cine, teatro o televisión, pero hago sólo lo que realmente me gusta." No son tantos los trabajos que escoge. En los últimos dos años tuvo una participación impecable en la película Sex & the City 2, y apareció como actriz invitada en la series televisivas Arrested Development, Law & Order: Criminal Intent y Drop Dead Diva. "Aprendí a no desesperar con ningún trabajo. Cuando se estaba desarrollando la idea del musical Cabaret, para Broadway, fue muy gracioso lo que ocurrió conmigo. Harold Prince me convocó, vino a mí antes que a nadie. Pero después cambió de parecer y me dijo: «No va a poder ser porque necesito a una persona inglesa». Yo pensé: «okey». Estaba segura de que ese papel de Sally Bowles iba a volver a mí. Creo que en el fondo sabía que se iba a hacer la película -recuerda fervorosa-. Ese film fue un regalo para mí. Y lo más grandioso de ese trabajo y la razón por la que pudimos salirnos con la nuestra en muchas cosas fue porque nos mandaron a Alemania a hacer un musical sobre el nazismo. ¡Por favor!... Y sí, (Bob) Fosse lo hizo". Su primer trabajo en el circuito comercial de Broadway fue a los 19 años, con la comedia musical Flora, the Red Menace (1965), que fue un fracaso comercial pero que le hizo ganar un Tony. Luego vino un reemplazo en Chicago, y siguieron The Act, El búho y la gatita, The Rink y Víctor Victoria. No tantas obras para una estrella como Liza. "No sabés las ganas que tengo de hacer algo en Broadway. Y son muchas las propuestas que me ofrecen. Pero sabés qué... mi regreso tendría que ser algo muy especial. Debería ser mi propia obra. Yo puedo interpretar tantos papeles diferentes, sería bueno tener esa posibilidad de volver a vivir un momento distinto. También soy consciente de que el público me quiere ver como una show-woman. Tengo que sentirme agradecida por esa bendición."
Liza llegó a Buenos Aires ayer por la mañana, con una alegría inusual. No es una postura ese amor que dice sentir por esta ciudad. Entre sus planes está ir a ver algún show de tangos, algo que le fascina, y salir a cenar con gente conocida. "Tengo muchos amigos en ese país y eso también me motiva a volver. Es verdad cuando digo que el público argentino es especial. El espectador de allá es brillante, comprensivo, atento, inteligente y tiene una particular forma de manifestarte su aprecio. Son muy cariñosos."
-Y si te gusta tanto el tango, ¿cuándo te vas a animar a cantarnos uno?
-¡Ay sí! ¡Claro que me animaría! Sólo que todavía no me aprendí ninguno. Pero bueno, nunca se sabe...
Liza, en el Luna Park



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