miércoles, 8 de diciembre de 2010

Alberto Ligaluppi


(Ampliación de la nota publicada en el suplemento ADN, del diario La Nación, el 26 de noviembre de 2010)

EN BUSCA DEL PÚBLICO JOVEN

Por Pablo Gorlero

Pampeano de origen, cordobés de adopción, Alberto Ligaluppi es uno de los nombres más respetados del federalismo teatral. Tal vez los porteños hayan comenzado a familiarizarse con su figura desde que, el año pasado, asumió la codirección del Festival Internacional de Teatro, junto con Rubén Szuchmacher.
Desde muy joven se desempeñó como director teatral, docente y artista plástico en San Luis. Después vivió muchos años en Nueva York, donde se consolidó como curador de arte y productor. En los años 80, se radicó en Córdoba. Allí se desempeñó como director de Cultura del Instituto Goethe y fue artífice del Festival Latinoamericano de Teatro. Todo ese bagaje de conocimientos sobre el engranaje de las industrias culturales lo llevaron a ser el principal candidato a suceder a Kive Staiff en la dirección artística del Complejo Teatral de Buenos Aires, cargo que le confirmaron a fines de agosto (la dirección general es de Carlos Elía).
De inmediato se puso a armar la programación para el año que viene. "Será mixta. Parte es idea de Kive y otra parte, mía. Pero te diría que ya tenemos la programación completa, que será anunciada a mediados de diciembre. En esa programación se verá claramente que somos dos. Pienso que la marca Kive quedará por muchos años. Incluso pasaré yo y quedará. Estuvo aquí muchos años para hacer que esta estructura funcionara. Hay que agradecerle que le haya dado una forma que, de algún modo, vamos a modificar. Fue muy emblemático en este teatro. Me parece muy interesante el afecto y el respeto que le tienen sus empleados", explica Ligaluppi.
-¿Cuál será la impronta Ligaluppi?
-El Complejo Teatral debe recuperar al público menor de 40 años. Esa es una de las cosas en las que estoy trabajando. También debemos darle mucha fuerza a la temporada internacional. En su momento, el San Martín tenía una temporada internacional de la que todos aprendíamos mucho. No había que esperar dos años a un festival para poder ver a Pina Bausch o a Philippe Genty. Hay muchas puestas que pasan cerca de la Argentina y no encuentran aquí lugar donde montarlas. El San Martín tendrá ese lugar. Tendremos una mayor mirada hacia América latina. Probablemente Guillermo Calderón, de Chile, venga a dirigir, y tejimos una interesante red de trabajo con Brasil para intercambiar espectáculos. También afianzamos las coproducciones con España y Francia.
-¿Cuáles son las cosas más urgentes para modificar?
-Las modificaciones van a ser muy lentas. Trataremos de tener una programación más amplia. Muchos directores de todas las edades que no habían estado en el San Martín estarán ahora. Ése puede ser un giroimportante. Abriremos la puerta a más directores. También me interesan los perfiles educativos. Habrá un proceso artesanal, donde todos los meses un grupo de creativos recorrerán los procesos de cada puesta, para armar un montaje final colectivo. El coordinador de eso será Luis Cano. Lo demás se va a concursar, vamos a intentar que venga mucha gente del interior.
-¿Y le va a dar el presupuesto para todo eso?
-Imagino que no será fácil, pero soy muy luchador. Hay ciertas cosas que tienen valor en sí mismas. Las coproducciones son fundamentales. El arribo del Rond Point, de París, será un gran proyecto de intercambio. Una semana de teatro francés en el San Martín, en junio, será imperdible.
-¿Será una programación mixta?
-Me he manejado con una política de cambio gradual. Gran parte de la programación del año que viene es de Kive Staiff y la hemos respetado. Nuestra relación es muy buena.
-¿Qué pasara con el desmantelamiento paulatino que sufrieron los talleres de vestuario y escenografía, por ejemplo?
-Ahí también es donde se verán los grandes cambios...

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