miércoles, 23 de junio de 2010

Se terminó el despertar




Por Pablo Gorlero

Cuando se estrenó Despertar de primavera, la versión musical de la obra de Wedekind, el 19 de marzo, quien esto suscribe y un grupo de amigos coincidieron en que la obra que se había presentado era de una gran calidad en cada uno de sus aspectos, pero no se trataba ni de una comedia musical convencional, ni de un clásico de la dramaturgia universal, ni de un espectáculo para adolescentes. Difícil imaginar qué target de público iría a verlo. Es complejo, no es taquillero (ni siquiera en Broadway fue un gran éxito a pesar de los premios) y forma parte de este grupo de nuevos musicales, de factura atípica, que demuestran que el género está en permanente evolución. Y esa evolución es necesaria.
Despertar de primavera corrió con la desventaja de haber sido uno de los primeros de su tipo (en la Argentina). No le fue muy bien, tampoco mal, pero no lo suficiente como para amortizar semejante producción. El domingo se terminó y tuvieron que agregar una función más, debido a la demanda. El joven elenco y todo el equipo técnico hasta utilizaron su emoción del final para saltar y bailar con el "Bla-bla-blá", el potente tema musical más celebrado de la obra. Los fans gritaron como en un recital de rock y algunos hasta fueron disfrazados como los personajes. Los productores tuvieron ausente con aviso.
Tal vez Despertar de primavera haya dejado en la historia del género musical vernáculo a uno de los mejores elencos. Todos y cada uno de los elegidos por la producción y el director Ariel del Mastro (también en uno de sus mejores trabajos) lograban una fuerza unívoca difícil de olvidar. ¿Un consagrado? Sin dudas, Federico Salles, como Moritz.

Última función de Despertar de primavera, el domingo 21 de junio

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