jueves, 22 de octubre de 2009

Entrevista a Harold Prince




Esta es una ampliación de la entrevista a Harold Prince publicada en el diario La Nación. El director estrella de Broadway, anticipó cómo iba a ser esta megaproducción que actualmente se representa en el teatro Ópera, con elenco local y tres intérpretes para el papel protagónico.

Por Pablo Gorlero

Cuando en 1984, el compositor Andrew Lloyd Webber y el megaproductor Cameron Mackintosh pensaban en darle forma a una nueva versión de El fantasma de la ópera, no tenían idea de que iban a cambiar para siempre la historia del teatro musical. Por fin, y luego de tres intentos frustrados de estrenarla desde 1989, Buenos Aires podrá ver esta obra determinante del género, desde el jueves, en el Ópera.
En un principio, Lloyd Webber quería darle una impronta similar a The Rocky Horror Show, pero pronto se dio cuenta de que la historia de Gaston Leroux no debía fluctuar ni por la sátira ni por el terror, sino por el romanticismo. Inmediatamente, se sumaron a la idea el letrista Richard Stilgoe, el director Harold Prince, la diseñadora Maria Björnson y el libretista Charles Hart. Así fue como el 9 de octubre de 1986, en el Her Majesty's Theatre, de Londres, subió a escena El fantasma de la Ópera. El 26 de enero de 1988 se estrenó en Nueva York, donde aún continúa, además de batir un récord por ser el espectáculo de mayor permanencia en escena en Broadway. ¿Por qué esta obra redefinió al teatro musical? Porque reafirma el estilo impuesto por Lloyd Webber mismo de obra enteramente cantada, por su exquisita partitura que la acerca a una forma de ópera popular y por su impresionante despliegue visual, hasta el momento de su estreno, de una envergadura inusual.
El debut porteño iba a ser en 2008, aunque se postergó para este año, que resultó más difícil en materia económica. Pero uno nunca va a comprender bien a los empresarios teatrales. No se conoce muy bien la cifra invertida, aunque es una suma multimillonaria que será un desafío recuperar.
El año pasado se especulaba sobre si el director original, Harold Prince, vendría a dirigir la versión argentina. Es un asiduo visitante turístico desde que llegó por primera vez, en 1989, con la idea de montar El fantasma de la ópera, pero no encontró ninguna sala que reúna las características necesarias para la puesta. También vino a dirigir la ópera Madama Butterfly y El beso de la mujer araña. Asimismo, siempre estuvo vinculado al mundo del musical criollo, ya que fue representante mundial de Nacha Guevara durante su exilio y dirigió a Valeria Lynch en el montaje mexicano de Evita.
Harold Prince es uno de los creadores del llamado "teatro musical conceptual", una forma de concepción escénica que parte de una idea o un tronco argumental y sobre eso trabajan en forma mancomunada todos los creadores. Entre sus obras maestras como director figuran Cabaret, El violinista en el tejado, Company, Evita, Sweeney Todd y El beso de la mujer araña.
Pero el gran Harold no vino. Tenía un cumpleaños. Aunque, como suele suceder en estos casos, envió a un representante. En este caso, Arthur Masella. No es desacertado plantearse, como espectador, si este sistema realmente funciona. Algunos hablan de "mcdonalización" del teatro. Pero a los resultados nos rendimos. Numerosos musicales se han estrenado en Buenos Aires con este sistema (Yo y mi chica, Cats, El beso..., La Bella y la Bestia, Los miserables, Chicago, Sweet Charity, entre otras) y dejaron sentado que este mecanismo de relojería funciona, y muy bien.

En comunicación telefónica, Harold Prince explicó algo de su trabajo a distancia para una de sus "ciudades favoritas en el mundo", según dijo.
-Hace más de diez años, vino con la idea de montar El fantasma... y no se dieron las condiciones. ¿Eso hace especial este montaje?
-Sí, claro. Me frustré mucho la primera vez que no pude hacerlo, debido a la ausencia de una locación. Pero ahora tengo un teatro excelente. Estoy muy entusiasmado. Lo triste es que me voy a perder el estreno por otros compromisos que asumí. Me dijo Arthur Masella que las cosas allí funcionan extremadamente bien. Tengo ganas de ir más adelante, porque cualquier excusa que tenga para viajar a Buenos Aires la aprovecho. Es una ciudad maravillosa y fantástica, y además tengo muchos amigos allí.
-¿Qué le impide venir?
-Tengo dos compromisos impostergables. Me voy a Washington a celebrar el cumpleaños del senador Kennedy, ya que él y su esposa son muy amigos míos y me pidieron que participara de un concierto. Además, estoy trabajando de modo muy intenso en mi nueva obra, que pondré en escena la próxima temporada.
-¿Y cómo hace para supervisar los ensayos a la distancia?
-[Risas] Estoy acostumbrado. En primer lugar, Arthur Masella es mi director asociado y sabe exactamente cómo funciona mi mente. Hablamos mucho sobre las audiciones, los valores de la producción, la escenografía, el vestuario, la iluminación. Y el montaje ha sido idéntico desde hace 22 años. En términos técnicos tenemos una maquinaria que nunca falla.
-¿Conoce a los intérpretes de esta versión?
-No personalmente, pero sé de ellos, porque Arthur pasó mucho tiempo con sus audiciones. No hay un solo día en el que no me mande un fax o un e-mail. Sé mucho sobre Carlos, Juan Pablo, Claudia y Nicolás, y sobre cada uno del elenco. Arthur dice que está muy feliz. Se necesitan un enorme estilo y energía para esta obra. El casting para El fantasma... es muy difícil. Es un melodrama victoriano y necesita ser muy bien actuado, pero es grandilocuente. Entonces, debe ser verdadero y real, y el actor no puede caer en la trampa de la sobreactuación ni esta pieza tan apasionada puede perder su seriedad. Y en la Argentina son muy apasionados.
-Ya tuvo experiencia con actores argentinos. ¿Cree que hay buenos valores artísticos aquí?
-Sé que la calidad de actores en Buenos Aires es muy elevada. Son muy musicales. Son auténticos como intérpretes, muy dedicados en lo que hacen. Es un país al que llegás y no estás asustado sobre el compromiso que vas a obtener de los artistas. Obtenés lo mejor de los actores. Tuve una excelente experiencia con Madama Butterfly y con El beso de la mujer araña .
-¿Por qué piensa que El fantasma... es un clásico?
-Porque no existe una obra tan romántica como ésa. A pesar de que hace tantos años que se representa, cuando entrás en la sala, te perdés en otro mundo y eso es algo muy poco común en el teatro contemporáneo. Dejás los problemas en la calle y entrás en un mundo que creamos, por casi dos horas y media, y no te acordás de tus problemas, sos transportado. Mucha gente me dice que con esta obra se sintió igual que cuando era niño. Y creo que eso es lo que hacemos. Estamos en contacto con el niño en nuestro interior.
-¿Piensa que es un puente para conectar más al público de teatro con la ópera?
-Sí, claro. Pero eso no es lo principal. Lo importante es que la separación entre la ópera y el teatro musical es falsa. La diferencia de El fantasma... en la historia de los musicales es que su tema es serio, pero, a su vez, melodramático y extremadamente romántico. Y sobre eso han sido siempre las óperas. Pero ésta es una pieza de teatro musical.
-Usted es el padre del musical conceptual...
-[Risas] Sí, me lo han dicho.
-¿Qué recuerda de su trabajo inicial con Andrew Lloyd Webber y Charles Hart? ¿Era conceptual?
-Lo interesante de esto es que cuando se le pregunta a un creativo sobre este tipo de cuestiones, es decir, sobre el arte conceptual u otro, es que resulta difícil de responder. Porque no sabemos si estamos haciendo musicales conceptuales, sino que hacemos lo que tenemos ganas de hacer y, ojalá, sea mejor cada año. He estado haciendo esto desde hace casi 65 años y aprendí mucho durante todo este tiempo. Lo que muchos escritores y directores ignoran es el arco. Desde el comienzo hasta el final de la pieza debe haber un arco para que sea completa. Y hay gente que piensa que eso es conceptual porque no lo ven a menudo. Eso en El fantasma... es muy claro desde el principio hasta el final.
-¿Cuando recibió la obra ya estaba escrita y compuesta, o fue hecha durante el transcurso del trabajo?
-Casi nunca hago eso. Sólo una vez hice un musical que estaba completamente escrito antes de comenzar con los ensayos: On the Twenthieth Century. Y acepté porque no tenía trabajo y no tenía otra cosa que hacer. Siempre estoy apenas comienza el proyecto. En el caso de El fantasma... , Andrew lo mencionó como un posible proyecto mientras tomábamos café después de cenar y nos pusimos a trabajar.
-¿Podría definir qué es un musical conceptual?
-No. Creo que eso les corresponde a otros. Hace algunos años en referencia a Company, que dirigí en 1970 y no tiene una historia lineal, pero examina muchos personajes, alguien dijo: "Este es el primer musical conceptual". Pero como cualquier artista, no puedo definir lo que hago.
-Usted tiene influencias de Meyerhold y Tadeus Kantor. ¿Las utilizó en esta obra?
-Así es. Son mis mayores influencias. Quién sabe por qué. Hace mucho tiempo Joshua Logan, el director de South Pacific, me contó durante una cena que había estudiado con Stanislavsky, en Moscú, y que allí había un joven director llamado Meyerhold, y que mi trabajo le recordaba al suyo. Desde entonces, he estado en contacto permanente con la Fundación Meyerhold, en Moscú. Incluso me mandan fotos y pequeños materiales escritos por ellos.
-¿Y en El fantasma... en particular?
-Influenciado en todo. No hago nada que no exprese mis gustos y El fantasma... está muy conectado emocionalmente con el modo en el que trato materiales e historias, y es muy típico e ilustrativo de lo que hago y de lo que hice siempre.
-¿Le hubiera gustado dirigir Evita en la Argentina?
-No. Esa obra nunca ha sido dirigida en Buenos Aires por buenos motivos. Y creo que nunca lo quise hacer por eso. Se filmó acá la película y no me pareció un buen trabajo.
-¿Cómo fue su experiencia con El beso de la mujer araña, en Buenos Aires?
-Pasé momentos intensos allí. Recuerdo mucho a Aníbal (Silveyra), el protagonista. Siempre desafiaba y eso resultó muy estimulante para mí. Esa obra trataba un tema de sumo interés en los argentinos: los desaparecidos. Tengo muy buenos recuerdos de todos los actores de ese elenco porque eran maravillosos. Cada uno de ellos. No me olvido del nombre del teatro: Lola Membrives.
-¿Cuáles son sus planes como director?
-Voy a hacer Paradise Found, una obra muy bella e inteligente, escrita por Richard Nelson. La música es de Johann Strauss II. Es la musicalización de una de las novelas de Joseph Roth, que murió en 1939 en París, y siempre me gustó. Es una obra hermosa e inteligente.
-¿Se siente raro cuando la gente estudia su trabajo?
-Creo que es halagador.
-Leí una espléndida biografía suya: Journey of a director. ¿Quedó conforme con ella?
-Uy... ¡sí! Es un gran libro. Hay otro, de cuando fui a Berlín hace cinco años e hice un seminario de una semana en el Instituto Tecnológico, el mismo donde estuvo Einstein. Di una clase magistral con actrices alemanas y, de eso, salió un libro.

Críticas al montaje porteño de El fantasma de la ópera:

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